miércoles, 27 de mayo de 2009

El candidato

Nunca fui un apasionado de la política, al menos en el sentido de pelearme a muerte o discutir en tono áspero con alguien que piense diferente. Lo mío, aclaro, se parece más a la indiferencia que a la tolerancia. Sin embargo, la posibilidad de concurrir a elecciones por primera vez en mi vida y el cercano fin de casi ocho años de gobierno militar, me despertó cierto interés por el asunto.

Corría mayo de 1983 y en Monte Grande no estaba muy claro quienes iban a ser los candidatos a ocupar el principal cargo en la comuna; se hablaba de Oscar “Chango” Blanco por el peronismo. Nadie quería ser el candidato del radicalismo, porque, equivocadamente, esperaban la derrota y no querían quemarse.

Por eso, todavía los partidos políticos no habían comenzado las guerras de carteles, pintadas y volantes que caracterizan a una etapa preelectoral.

Fue entonces que le comenté a Alfredo:

- ¿Qué te parece si nosotros presentamos algún candidato a Intendente?

- Pero ¿Por qué partido? ¿Te proponés fundar uno? ¿Y a quien podemos postular? Ninguno de nosotros tiene la edad mínima para el cargo.

- Eso no importa

- ¿No importa?

- Lo que quiero decir es que estaría bueno inventar un candidato, alguien ficticio, que no exista. Luego saldríamos a hacer campaña, pegar afiches, enviar comunicaciones a los diarios, no sé, lo que se nos ocurra.

La idea sonaba descabellada y por eso no dudamos en adoptarla. Lacho, Víctor y Jorge, enterados, adhirieron de inmediato.

El nombre fue cosa sencilla: Alguien dijo Rodrigo y como apellido nos gustó Peremateu, en homenaje a aquel recio marcador de punta, que brillara en San Martín de Tucumán y en Platense durante la década del setenta. Bueno, en realidad no sé si brilló tanto; por eso confiamos en que nadie lo recordara.

¿La ideología? Ambigua, como se estila: bastaría con hablar de la democracia, de los más necesitados, de la falta de trabajo y la crisis a la que nos han arrastrado sucesivas administraciones ineficientes, cuando no corruptas.

¿La cara? Un viejo recorte de la revista “Goles” mostraba a Antonio Ríos Seoane, presidente del Deportivo Español, sentado, con expresión circunspecta. Debajo de la foto, la sabia frase “Debemos trabajar unidos”. Lo elegimos sin dudar, pues era todo un llamado a la concordia en los tiempos, de heridas abiertas, que corrían y porque nadie reconocería esa cara.

Nuestra agrupación, por iniciativa de Jorge, se llamaría Movimiento Demócrata Vecinal y el mismo Jorge diseño un bonito logotipo.

Así las cosas, hicimos la primera tanda de afiches, que luego engalanarían las paredes de nuestra ciudad. Para eso, un amigo, residente en Capital, vino expresamente hasta el comercio encargado de ese trabajo, no había que dejar pistas.

En aquella época, las computadoras hogareñas estaban en pañales y tuvimos que hacer el afiche a mano, para luego recurrir a la fotoduplicación. Si esto se nos hubiera ocurrido ahora, supongo que crearíamos, en casa, hasta un videoclip de Peremateu cantando “Los Caminos de la vida”, junto a Vicentico.

“Sin democracia no hay pan, paz, trabajo ni libertad” Rezaba, enfático, el cartel, transcribiendo unas declaraciones que Peremateu había formulado recientemente a “El Cronista Sureño”, sin dudas un prestigioso diario local, si hubiera existido.

Para trabajar tranquilos, la pegatina de afiches debería ser de madrugada, un día de semana. Víctor, Alfredo, Lacho y yo, conscientes de nuestro deber cívico, nos levantamos antes de las cuatro y a esa hora nos encontramos, con los carteles, un tarro de engrudo y un grueso pincel, en la esquina de Alem y Ameghino.

Colocamos más de cien carteles, tamaño oficio, apaisado. No eran, por supuesto, muy grandes, pero nos favoreció inmensamente el hecho de ser los primeros en hacerlo.

Días después, comenzamos a enviar comunicados a “La Noticia” y “La Voz del Pueblo” a través de dos encumbrados dirigentes de nuestro movimiento, Alberto Eliseo Araya y Pedro José Beláustegui; inventar estos nombres fue más fácil, porque ya teníamos práctica. El objeto de esas cartas era anunciar la apertura de nuestro local partidario, en la calle Ingeniero Colombo 284, Monte Grande. Es una pena que “La Noticia” tal como comentó en su edición siguiente, no haya podido enviarnos el periódico a nuestra sede, porque el correo no logró ubicar ese domicilio, parece que ni siquiera la calle Ingeniero Colombo encontraron. Además, según nos contaron algunos empleados municipales conocidos, que estaban al tanto de nuestra campaña, gente de la comuna revisó el catastro con esa finalidad, también sin resultados.

La primera etapa estaba cumplida. No digo que éramos el tema excluyente, pero unas cuantas personas ya conocían al candidato.

->-- Sí, es de Spegazzini, yo lo conozco – Dijo alguien

- ¡- Habla de paz, pan, trabajo! ¡Comunista, ese tipo es comunista” dijo otro.

No parábamos de reír.

Luego, por sugerencia de mi padre, denunciamos una campaña en contra, que seguramente perseguía fines inconfesables. Para eso, el Dr. Peremateu en persona, por decirlo de alguna manera, envió sendas comunicaciones a “La Noticia” y a “La Voz del Pueblo”, denunciando la clara actitud persecutoria y difamatoria de la que éramos objeto. Ni la vida privada de nuestro prohombre fue respetada, lo que fue también objeto de justificado repudio. Textualmente atribuíamos la responsabilidad a “…sectores fácilmente identificables que responden a oscuros intereses, desde todo punto de vista antidemocráticos…”

Demás está decir que ambas cartas fueron publicadas y conservo los ejemplares por si alguien no me cree.

Acorde con ello, tuvimos la precaución de adicionar, con grueso fibrón negro, a los próximos afiches, inclusive antes de haberlos pegado, expresiones tales como “CORNUDO” o “NAZI.” Recuerdo, además, haber pintado a la foto un bigotito recortado, similar al que usaba Hitler. Luego, siempre de madrugada, los colocábamos en lugares visibles.

Durante los meses siguientes, la actividad de los partidos en serio, si se me permite la expresión, comenzó a incrementarse y, realmente, no hubo más lugar físico para nuestras humildes pegatinas.

Todos olvidamos a Peremateu muy pronto.

Pero a partir de ese momento, me tiro al suelo de la risa y me revuelco, cada vez que escucho:

“- ¡Lo que te digo es verdad, lo leí en el diario esta mañana!”

Carlos G. Farina, "Crónicas Montegrandeses"

martes, 19 de mayo de 2009

Un estudiante irlandés engañó al mundo con una cita falsa en Wikipedia

La publicó en la entrada del multi-premiado compositor Maurice Jarre el día de su muerte. Medios de todas latitudes la levantaron. A más de un mes, son pocos los que reconocieron el error.

"Uno podría decir que mi vida en sí misma ha sido una prolongada banda de sonido. La música fue mi vida, la música me dio la vida y la música es cómo seré recordado mucho después de dejar esta vida". Poética, emocionante, esta cita fue publicada en marzo pasado en Wikipedia en la biografía del compositor franco-estadounidense Maurice Jarre, el día de su muerte. Pero nunca la dijo. La frase era parte de un experimento: ver hasta dónde los medios de comunicación "levantan" sin cuestionar lo que dice la enciclopedia online.

La idea fue del estudiante irlandés Shane Fitzgerald que quiso verificar cómo los medios actuales, cada vez más globalizados y dependientes de Internet, lograban mantener su información precisa y confiable en la Era de las noticias instantáneas. ¿Los resultados de su experimento? Wikipedia aprobó, la prensa no.

El estudiante de sociología inventó una cita hecha a medida para los obituarios de la prensa y la agregó a la entrada de Wikipedia del compositor francés Maurice Jarre horas después de su muerte, el 28 de marzo.

La frase no tardó en propagarse por decenas de blogs estadounidenses y sitios web de diarios en Gran Bretaña, Australia y la India. Todos usaron el material inventado a pesar de que los administradores de la enciclopedia gratuita en línea detectaron que no tenía fuentes y lo quitaron dos veces, dijo Fitzgerald.

Un mes entero pasó sin que nadie se diera cuenta del fraude editorial, así que Fitzgerald, de 22 años, les reveló a varias publicaciones que se habían tragado su invento por completo.

"Los resultados del experimento realmente me sorprendieron mucho", dijo hoy el estudiante, una semana después de que una de las víctimas de su engaño, el diario británico The Guardian, admitiera que su redactor de obituarios había copiado material directamente de Wikipedia sin verificar su autenticidad.

"Estoy convencido en un 100 por ciento que si yo no hubiera confesado, esa cita habría quedado en la historia como algo que dijo Maurice Jarre y no algo que yo inventé'', aseguró Fitzgerald.

"Se hubiera convertido en otro ejemplo de cómo, una vez que algo es publicado por los medios varias veces sin que nadie lo ponga en duda, ese algo se convierte en un hecho", agregó.

Hasta ahora, The Guardian ha sido la única publicación que admitió su error de forma pública. Otros medios corrigieron o eliminaron sus obituarios de Internet sin hacer referencias a la versión original. Y unos pocos todavía siguen citando la florida prosa de Fitzgerald, semanas después de que el estudiante diera a conocer su "experimento".

Clarin, 11/5/2009


Mas que contunde el artículo. Y esto no ocurre solo en la era de la información. Prometo un próximo posteo, donde los medios convierten, por su ignorancia o necesidad de hablar o por lo que sea, en verdad, un caso similar. Pero eso paso recién entrado en la década del 80.

miércoles, 13 de mayo de 2009

Ciruja de los recuerdos

Eduardo era un tipo común, o eso parecía. Tenia un buen pasar económico, una familia agradable, una esposa que lo respetaba y dos hijos que lo hacían sentir orgulloso. Un hombre simple, sin demasiadas ambiciones según la mirada tradicional burguesa. Noble en sus sentimientos, Dardo -como lo llamaban sus intimos- tenia cierto hobby inquietante para los desprevenidos: durante las tardes luego del trabajo, se entregaba a la exploración de cuanta bolsa de residuos encontraba por la calle. Era, si, un ciruja. Pero partiendo de su aspecto, quedaba claro que no era un ciruja común. No tenia interés en chatarra o cartones. No perseguía ningún fin económico. Su objetivo era salvar aquellos papeles u objetos que por su antiguedad o por su valor afectivo pudieran perderse para siempre en un cumulo de basura, tal vez por ignorancia o desinterés del dueño original. Los volquetes eran su debilidad. Y donde había una demolición, se lo veía a la espera de los escombros. Ejercía ese trabajo con el mismo entusiasmo con que los domingos se desempeñaba como numero cuatro jugando en el potrero del barrio. Fútbol, otra de sus pasiones.

Así pues, su casa se lleno de boletas antiguas, fotos de viejos desconocidos dueños de una sonrisa familiar, mapas de quien sabe que construcción de antaño, muñecos de porcelana y propagandas de negocios que tal vez solo existían en esa publicidad. De una manera u otra esos elementos lo identificaban y a la vez, le habían valido cierta fama, por la simpatía que despertaba la seriedad con que realizaba ese trabajo. Y la amabilidad de exhibir sus tesoros a quien se lo pidiera. No era, como ya dijimos, un tipo común.

Cierta noche recorría las calles de manera casi rutinaria. Estando a media cuadra de su casa miró una bolsa sospechosa y la tocó tratando de intuir su contenido. Le pareció mas que suficiente con lo que imaginó y decidió abrirla. Sacó algunos cartones y unas botellas sucias. Revolvió hasta el fondo donde palpó una superficie que le pareció rara. Sonrió. El tacto, bastante entrenado, le estaba avisando que había encontrado una foto. La saco ansioso y al observar la foto se quedo sin aire: en el retrato estaba él mismo, risueño cuando apenas tenia seis años. Durante breves segundos examino con mas sorpresa que atención aquella imagen. Se recupero y abrió nuevamente la bolsa. A su vista, se exhibía en perfecto estado el boletín de sexto grado, aquel que lo mencionaba como alumno destacado.

Siguió revisando y desde del fondo de la bolsa surgió la bolita puntera, aquella que perdió durante una tarde en el descampado. Mas allá estaba el collar de Pancho, su can confidente y amigo durante la adolescencia. Movió mas la bolsa y cayó al piso la primera declaración de amor, que traía adosado con un clip el primer desengaño. Detrás, la pelota que una tarde reventó en un potrero y el yo-yo que perdió en su primera mudanza. Sacó además de aquella bolsa, la alianza de sus padres, su libro de catesismo y un coche relleno de macilla. La entrada del boliche donde conoció a su esposa, el disco que escuchaba para dormir durante las tormentas y el triciclo que recibió una noche de Reyes. Se reencontró con un beso robado al azar detrás del un manzano y la niña de ojos grises que huía avergonazada. El envoltorio de un alfajor que comió a la sombra de un pino una tarde de junio y el pote de espuma con que rociaba a las chicas en carnaval. Encontró su chupete y el saquito que por las mañanas los abrigaba en el colegio. Sacó además una bufanda azul, unos zapatos de charol, tres caramelos media hora y se vio el mismo llorando, por el descubrimiento milagroso que acababa de ocurrir.

Cerro la bolsa apremiado por la emoción y corrió abrazándola como a un tesoro. Entró al garaje de su casa y prendió la luz eutomáticamente. Tiro al suelo algunos libros que había sobre el escritorio y volcó todo el contenido de la bolsa. Sobre la mesa cayeron latas, restos de vegetales y algunos diarios apenas legibles.


(dedicado a Daniel, Chanchi, quien es la envidia de Peter Pan
y uno de los mejores amigos con los que se pueda contar)

lunes, 11 de mayo de 2009

La mujer de un amigo

El post de hoy, que lleva por título el mismo que una canción de Los Rodríguez, toca un tema que genera controversias desde tiempos remotos y que ha llenado páginas de libros, devoró muchísimos metros de celuloide y ha extenuado innumerables charlas de horas en bares.
Hace un par de días, luego de leer una nota sobre el auge de venta de “Gomorra” -el libro del escritor napolitano Roberto Saviano que desenmascara los negocios de la mafia- la idea de los códigos no deja de dar vueltas en mi cabeza.
Si se define a los códigos como ese conjunto de reglas o preceptos sobre cualquier materia, podríamos aseverar que, con respecto a la amistad y a diferencia de las mujeres, los hombres están repletos de ellos.

Más allá de su mención consuetudinaria y agotadora por parte del “Coco” Basile, Maradona, y la gran mayoría de los periodistas y jugadores de nuestro deporte por excelencia, el más relevante de todos -sin lugar a dudas- es aquel que dice: "La mujer de un amigo no tiene sexo".
Quizá una ridiculez pero que es casi tan fuerte, en los machos, como el de la Omertá (código de silencio) para las famiglias italianas.
Creo, sin temor a equivocarme, que todos los que pertenecen al género masculino coincidirán conmigo que, entre hombres, es juzgado como delito de alta traición que alguien le birle la dama a un amigo.

Por mi parte, estoy convencido que cualquier tipo puede enamorarse de una mujer aunque sea la pareja de un camarada. Lo digo pues me parece imposible que el “bichito del amor” -como buen insecto- pueda discriminar a quién picar y a quién no… el único repelente efectivo que conozco es que la dama sea horrible, insoportable y siniestra… pero ellas, al estar con alguien, nos permiten confirmar que siempre hay un roto para un descosido (frase chota si las hay).

Lo que en realidad debería estar mal visto, y que habla de una total falta de códigos, es el accionar de quien vulgarmente se conoce como el “pata de lana” (ese individuo que se acerca a su permisiva amante, sigiloso y haciéndose el dolobu, sin que el novio o marido -su amigo en esta coyuntura- se entere) alejado del propósito de hacerse cargo de ella en serio; o bien, que simplemente lo haga por deporte, lo que transforma el hecho un crimen de lesa humanidad.
Esa es la verdadera vileza o deslealtad. Ahora, que alguien se enamore de una mujer que comparte lecho y caricias con un compañero de la universidad, un amigo del barrio, del club, de la vida, no me parece tan aberrante. Cómo lograr dominar ese sentimiento que de por sí es irrefrenable y menos aún tratando de cerrar los ojos y repitiendo hasta el hartazgo, para desviar la atención, cosas como: "No tiene tetas... no tiene tetas... no tiene tetas... no es mujer... no es mujer... no es mujer…"

Lamentablemente es mucho más aceptable en la sociedad que dos amigos se distancien por unos miserables y sucios mangos que por un amor, y me parece que no debería ser así.
Ocurrir puede ocurrir y después habremos de debatir qué se hace con la vida de los involucrados, pero negar dicha posibilidad y pretender detenerla con la fantochada de “Para mí muchachos, la novia de Tito tiene bigotes” es, por lo menos, infantil.

Y aquí me detengo para pedir la opinión de ambos sexos. Tengan a bien contestar una serie de preguntas que nos podrían ayudar a la resolución, si llegase a suceder, de esta incómoda situación:
1) ¿Debería ser comunicado en forma inmediata al amigo?
2) ¿Habría que negar el sentimiento y, como si nada, llevarlo a la tumba?
3) ¿Es preferible tomar la decisión de desaparecer por completo?
4) ¿Hay que seguir dándole "masita" hasta que salte el bolonqui?

Los dejo, estoy realmente triste porque mi mujer se fue con mi mejor amigo... y a él lo extraño muchísimo.

GILLESPI, Blog de Clarín "Almacén"

lunes, 4 de mayo de 2009

Pornografia para menores (croki crocki)

Hace unos días sorprendí a mi novia escuchando canciones de Xuxa. No era raro, porque a nuestra edad (23 jovencitos) empezamos a sentir nostalgiasy a tener breves regresiones. Sin embargo, me llamo la atención la canción que escuchaba "Crocki crocki", que habla sobre un sapo en un casa. Le pregunté porque escuchaba esa canción de alto contenido sexual a lo que respondió contundente "no digas boludeses". Le expliqué que no era un chiste y sin quererlo destrocé la ilusión que ella guardaba de su niñez.

Conciente ahora que muchos de los jóvenes de nuestra edad aun no recapacitaron en el verdadero sentido de la canción, y para advertir a los padres y futuros padres, dejo un análisis de la letra de esta canción. De verdad hay mensajes subliminales y que, al igual de lo que ocurría con Hijitus, debe salir a la luz. Abajo esta el audio:

Crocki, crocki, crocki, crocki, crocki, crocki
Esto no es mas que una introducción rítmica.
El sapo salta, salta se metió dentro de casa,
Introducción al tema, sin mas problemas
entró por la cocina se fue tras la muchachada.
Primer indicio: esta persiguiendo a "la muchachada". Pregunto, si es
de noche y estan todos durmiendo ¿que hace una "muchachada" dentro de la Casa de Xuxa?¿Que objetivo persigue el sapo con ellos?
Abuela dio de gritos porque estaba ya acostada,
La abuela acostada gritando por el sapito que estaba con una
muchachada. Mas que miedo, me parece que hay otras implicaciones.
Tal vez aunque no se digan haya invocaciones religiosas.
el sapo dio un salto y cayó sobre la almohada
Sin duda esta buscando con fervor a la abuela.
Salta, salta, salta, el sapito de la casa
salta, salta, salta, salta...
El movimiento de "saltar" en una cama es demasiado sugerente. No
hay que aclararlo, viendo el estado de la abuela.

Crocki, crocki, crocki, crocki
y qué sapito feo guiña el ojo sin parar
¿Desconfiaban? El sapo no hace mas que hacer gestos que sugieran
cierta seducción y porque no libertinaje.
Crocki, crocki, crocki, crocki,
menuda confusión que vino a armar.

El sapo salta, salta en la almohada de la abuela,
Continua, obsesionado con la abuela.
Cuando él entró en el cuarto puso más leña en la hoguera.
Excelente axioma. La leña en la hoguera no hace mas que calentar el
ambiente. Una metáfora explícita.
Mama perdió la calma y corrió tras de sus huellas
¿Corrió tras de sus huellas? es decir que el sapo efectivamente
estaba en actitud ilegal, donde nadie lo pudiera ver.
el sapo salta, salta, sobre la peluca de ella...
No quiero decir lo que imagino cuando leo "peluca" en esa situación,
y menos sabiendo que el "sapito" salta en la cama con ella.

Recitado:
Mira lo que pasó, qué confusión.
Mi perro Xuxo se fue (au au au),
Mas connotaciones, se refiere a la clásica pose.
mi abuela está gritando... Ay!
La abuela sigue gritando. "Ay", grito de dolor ¿que le duele
estando como un perrito?
Pero me gusta el sapito, guiña el ojo, es muy bonito...
¿Que es en verdad el sapito que tanto le gusta a Xuxa? Dos versos
mas arriba aseguro que era feo.

Creo que las palabras y las pruebas huelgan. No se si Xuxa alguna vez grabó mensajes satánicos en sus canciones, no me interesa. Pero no dudo que esta incentivando a los mas niños a conocer la cara de Dios.