domingo, 29 de noviembre de 2009

Combatiendo la violencia y la inseguridad

Revista Humor N 53 - Marzo de 1981
(cualquier semejanza con las leyes de mano dura, es pura coincidencia)

domingo, 8 de noviembre de 2009

Los medios de comunicación

Editorial "Revista Criterio"
Nº 2239 » Junio 1999

Escribir sin repetirse y sin caer en la fácil polémica sobre los medios de comunicación social y su relación con la persona, la sociedad, la cultura y sus valores, no es tarea fácil. Conscientes tanto de la permanente necesidad del análisis como del peligro de las generalizaciones y demonizaciones que abundan en las críticas apocalípticas sobre el tema, sin embargo lo intentamos.


Decir –como afirman muchos intelectuales contemporáneos– que en este fin de siglo la cultura y la vida social se han visto fuertemente marcadas por los medios, es reconocer sólo un aspecto de la verdad, por cuanto también los medios forman parte de la cultura (para bien o para mal) y reflejan de alguna manera la misma vida social. Quizá haya que indagar más en la interrelación que se establece entre sociedad y medios.


En cuanto al fenómeno de la información, es de subrayar una tendencia a la hibridez de los géneros. Hace unos años la televisión, por ejemplo, ofrecía por una parte noticias y por otro entretenimientos. Hoy se habla de info-entretenimiento: un cruce indefinido entre información de la realidad y ficción. Los programas de información toman retóricas de la ficción, se "novelizan". La ficción (las telenovelas) se sirve de contenidos y referentes de la actualidad: personas, situaciones, problemas de lo cotidiano real. ¿Qué pasa en una sociedad con géneros equivocados? ¿Cómo se ve la política, la economía, la problemática social?


En efecto, hoy se lee poco y cada vez pareciera interesar menos cierto tipo de información. Se privilegian las que han dado en llamarse "secciones blandas" (información general, salud, vida cotidiana, policiales, deportes, anécdotas) frente a las tradicionales "secciones duras" (política, internacionales, economía) que exigen análisis y capacidad de abstracción. En este sentido, una vez más, se confirma la tendencia hacia una percepción más afectiva o sentimental que racional.


Conviene observar además que muchas veces la política y la economía se han tornado para el hombre común, especialmente para los jóvenes, realidades "opacas". La caída de los bloques este-oeste, de las ideologías y de los "grandes relatos" ha creado una extraña sensación de orfandad y sin sentido.


¿Cómo es que hay guerra en Kosovo, si ya habíamos convenido en que toda guerra es absurda? ¿Por qué Occidente bombardea? ¿Qué pasa? En nuestro país, la Alianza apoya el tan mentado modelo económico y Duhalde se presenta como la oposición a Menem. No es casual la perplejidad de la gente.


Ante este contexto que hemos llamado "duro", donde la interpretación es difícil, pareciera verse más clara y transparente la realidad cotidiana, lo "blando". Todos sabemos que hay asaltos y que eso está mal: reclamamos seguridad. Con facilidad, realidad y medios de comunicación se confunden hasta constituir un círculo vicioso: la comunicación exacerba los temas y las preocupaciones cotidianas, y éstos son la noticia esperada o buscada. El constante crecimiento de la deuda externa, en cambio, sería un tema casi incomprensible en esta galaxia "blanda".

* * *

Conviene diferenciar siempre entre medios escritos, orales y televisivos. Los primeros apelan mucho más claramente a la comprensión racional, al análisis crítico, a un cierto ejercicio de la responsabilidad. El reino de la imagen es dominado por lo emocional.


Vivimos en un mundo de gran tecnología puesta al servicio de la comunicación, bombardeados de noticias y, al mismo tiempo, desinformados y confusos.

Nadie duda de que una mayor información y variedad de fuentes pueden ser garantía de libertad y de pluralidad. Pero también es cierto que muchas personas se demuestran incapaces a la hora de jerarquizar la información y de diferenciar entre grandes acontecimientos y meras anécdotas, incluso de distinguir entre realidad y ficción.


La excesiva e inclasificada información, el constante ofrecimiento de sonidos e imágenes parecieran robarnos los espacios de discernimiento interior y la misma capacidad de evaluación. A veces son tantas las denuncias de corrupción, en seguida abandonadas ante nuevas denuncias, que terminan por desinteresarnos o por hacernos creer que todo es lo mismo, cuando no todo lo es. No todos son corruptos. No todos los corruptos son igualmente corruptos. No advertir estas diferencias es renunciar a comprender y a poder actuar con justicia y eficacia.


Por otra parte, si los medios ponen exagerado énfasis en las denuncias de corrupción generalizada, olvidando que también existen buenas noticias, pueden terminar dándole una suerte de "legitimación pública" a lo que está mal.

Si lo cotidiano de la información nos roba también el espacio de las relaciones humanas, de la reflexión, de la meditación, del estudio, de las disciplinas de la mente y del espíritu, hemos perdido el rumbo. Es mejor practicar un deporte que ver infinidad de programas deportivos.


Excursus sobre la TV


Que la televisión invadió nuestros hogares y nuestra privacidad casi sin pudor es una verdad demasiado clara como para tener que explicarla ahora. Acaso no haya paradoja más cruel que la imagen de una familia comiendo en silencio frente al aparato encendido. Un medio de comunicación que crea incomunicación y nos llena de ruidos la vida.


Si bien en los medios escritos y radiales siempre hay que diferenciar entre programas que valen y que no valen, entre periodistas responsables y otros que no lo son, entre los que comunican y los que charlan, en el ámbito de la televisión la tarea de poder señalar lo que vale es más ardua, cuando no una mera ilusión.


Decenas de canales de cable se suman a los ya desprestigiados canales abiertos para ofrecer mucho ruido y pocas nueces. La violencia de ciertas imágenes, la acostumbrada superficialidad en el trato de todo tipo de temas, la frecuente falta de respeto por la persona, la generalizada ausencia de estética y de propuestas creativas, no pueden menos que preocuparnos.


Sabemos demasiado bien que este tipo de procesos difícilmente vuelve atrás y que no es fácil corregir las tendencias para mejorar la programación. Pero tampoco podemos dejar de anotar la gravedad de lo que acontece. La televisión es una maestra de virtualidad que muchas veces paraliza la acción.

El creciente afán de lucro (léase rating) tiene su propia y enfermiza lógica.


La cenicienta poderosa


En los análisis sobre medios de comunicación a menudo se olvida a la radio, que cada día cuenta con millones de oyentes: gracias a los programas matutinos de información, porque acompaña en el coche o en ciertas actividades, por la música que ofrece, por la presencia nocturna.


La radio tiene una inmediatez, a la hora de informar, que la televisión le envidia.

Pero tampoco es fácil hablar 24 horas diarias sin decir tonteras. Estar callado, diría Groucho Marx, es la mejor manera de que crean que somos inteligentes. Y, aunque sospechen que no, mejor no hablar –seguiría Groucho– al menos para no darles la razón.


La responsabilidad de la palabra es muy alta porque puede ser tanto benéfica como perversa su acción. Conviene recordar esta responsabilidad, porque las palabras dichas en público son como desplumar una gallina en el campanario de la iglesia –ahora el dicho es del cura de Ars–: de no ser ciertas, ¿cómo recogerlas luego?


Hasta la mentira más evidente, si se la repite puede llegar a convencer.


La comunicación horizontal


La creciente difusión de internet constituye en sí misma un nuevo fenómeno de información y comunicación. Por primera vez, en gran escala, se establece un ida y vuelta, se desverticaliza la comunicación, con una tecnología que se ofrece a bajos costos.


Todo un universo se asoma detrás de internet, que parece no tener límites ni fronteras: para muchos se trata de la gran revolución democrática en las comunicaciones.


No pocos sociólogos, sin embargo, advierten sobre la brecha que se abre entre los "info-ricos" y los "info-pobres": los separa una distancia sideral.


Si bien el caudal de información que se ofrece por internet es enorme y a veces puede resultar caótico, es cierto también que estamos frente a una vuelta de página en la historia de la comunicación. Necesitamos de una educación específica que nos capacite para poder ordenar y jerarquizar. En este sentido, el mundo de internet puede ser comparado a una gran ciudad ante los ojos de un niño. De la mano del padre, podrá recorrer las calles y plazas, conocer sus monumentos y edificios más emblemáticos. Es evidente la necesidad de guías y métodos para aprovechar con beneficio tanta información.


* * *


Ciñéndonos a la Argentina, ¿es ingenuo reclamar que en el ámbito de la información y de la opinión se hable o se escriba de lo que realmente se sabe? ¿Que se vuelva a practicar ese noble género de la entrevista, al que García Márquez define como el periodismo más difícil? ¿Que el periodista desempeñe el rol humilde de dar espacio y voz a quienes considera más autorizados que él?


¿Es imposible imaginar que los medios sean medios y no fines? ¿O que un gerente o dueño de algún medio de comunicación masivo se atreva a asumir el riesgo de una propuesta de calidad cultural o artística, aunque sea menos redituable económicamente? Los medios masivos son empresas, es lógico que ganen dinero, ¿pero han de buscar sólo eso?


Aquí, como en otros temas, ¿cuál es la responsabilidad del Estado y de otras instituciones como productores de cultura en los medios? ¿No debería haber órganos de control representativos de la sociedad y leyes que limiten la concentración monopólica de medios?


En tiempos pasados, para el hombre común, todo lo que estaba en letra de molde era sospechado de verdadero. Hoy, ¿no es imaginable un pueblo menos crédulo que piense que también ocurren cosas que no están en los medios?


Vano sería esperar respuestas definitorias y prontas a tantas preguntas, pero acaso la presencia de los interrogantes pueda orientar hacia la responsabilidad y la creatividad a la hora de informar y comunicar.

José Maria Poirier

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Un cacho de cultura

Mi regreso al ámbito del blog no puede menos que festejarse con una fanfarria. Es por eso que aquí les traigo una grabación de un clásico compuesto por Fauré o tal vez Von Weber, pero no lejos de ellos.
Con ustedes la Orquesta Filarmónica de Bogotá.