viernes, 27 de marzo de 2009

Mar del Plata ¿la ubica?

EL VERANEANTE TIPO (TIPO NEURÓTICO)
Como es público y notorio, Mar del Plata se puebla durante el verano con mucha gente y, por lo tanto, con una gran variedad de tipologías de veraneantes. Pero hay una clase de turista —quizá el mas común- indudablemente muy sacrificado y que merecería un premio a la constancia y un pago mucho mayor por vacaciones, ya que es absolutamente incapaz de tomárselas -las vacaciones-. Es aquel que se implanta este régimen:

1) Establece un estricto horario de actividades: levantarse a las 10, ir a la playa a las 11, volver a las 13, y así hasta la noche, reiterándolo día tras día sin ninguna posibilidad de improvisar o cambiar nada.

2) Si maneja, viaja -a la ida y a la vuelta- muy rápido, tratando de llegar lo antes posible. ¿Por que? Para que no se haga de noche, o de día, o porque la ruta es muy aburrida, o para batir un record, o porque si. En realidad: porque se pasa la vida corriendo y no puede dejar de hacerlo.

3) Para en un departamento o en un hotel en pleno centro, zona en la que -desde ya- no puede estacionar jamas. La única razón mas o menos aceptable para parar en el centro -ese infierno tan temido- es precisamente no tener auto.

4) Va a una playa del centro. Aquí ya no hay justificación. Si no tiene auto y no puede pagar taxis todos los días y no le gusta viajar en colectivo para ir a una playa donde pueda tener dos metros cuadrados propios, ¿para que viene a Mar del Plata?¿Por que gasta plata para sufrir? ¿Por que no toma sol en la plaza del barrio?

5) Todas las noches pasea por la calle San Martín, aceptando las inevitables leyes del juego de dar y recibir 14 codazos y 23 pisotones por minuto. Nostalgioso este veraneante tipo. No puede desprenderse de la calle Florida y del horario de bancos.

6) Con la excusa de que la vida esta cara y de que no hay plata que alcance, hace media cuadra de cola para almorzar y cenar en Raviolandi o Montecatini (Repito: ¡media cuadra!, lo que de ninguna manera puede implicar menos de 30 minutos de espera!). Dejando de lado que no hay necesidad de ser un experto de Mar del Plata para hallar varios lugares mas lindos, menos colectivos tanto o mas económicos que los mencionados, no puedo creer que no sea preferible comer un sandwich antes que aguantarse ese diario plantón infernal para comer platos mediocres y ser atendidos a los piques (ante tantos comensales, no hay otra posibilidad).

Pero finalmente uno vuelve a su ciudad y su vida habitual. Durante los primeros días esta mitad acá y mita allá, con la espuma de las olas todavía "en imagen" como si el cerebro le pasara un vídeo-tape de las vivencias de las vacaciones y -especialmente— con el ritmo, la pachorra y el no trabajo de allá.

Y uno se da cuenta de que el agua de Buenos Aires -que tomo toda su vida- tiene un gusto raro, que el aire de acá es pesado y no se puede respirar bien. Pero poco a poco -a la par del bronceado que se va- la aclimatación viene. Y empiezan los horarios y las obligaciones. Y uno se mira en el espejo y piensa como le gustaría ahora estar en esa playita a la que tanto insulto por la arena finita que viento le metía en los ojos.

Jorge Garayoa - Fragmento - Humor N 53, Marzo 1981

(¿cuantos se identificaron o encontraron en esta estampa algún familiar o conocido, verdaderamente insoportable? Se fue el verano, pero el que se va sin que lo hechen...)

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