sábado, 14 de marzo de 2009

Mitos en la actualidad argentina III: Rivadavia y sus secuaces

De la explanada hasta la entrada a la línea A de subte hay cerca de cien metros que los hice corriendo solo para escaparme de esa casa del desengaño. Baje en la Estación Plaza de Mayo y en cuestión de segundos ya estaba sentado en los antiguos vagones.

La línea es, a mi gusto, la mas linda de todas. Pueden argumentar que se mueve hacia todos lados, que los asientos son duros e incómodos, que la luz se corta y que mas de uno se ha pasado de estación por no saber que las puertas se abren manualmente. No me importa. Esa linea transporta automáticamente hacia un pasado borroso, que permite mucho a la imaginación y la historia. Si alguna vez sube en ese tren Alfredo Palacios, les garantizo que no me asombro de nada. Me acomode en el fondo de unos vagones aunque sabia que el viaje iba a ser corto y así fue, en cuestión de minutos estaba descendiendo de la formación en Plaza Miserere.

Salí hacia Pueyrredon observando el tétrico pero llamativo Mausoleo de Rivadavia. Ahí descansa el ministro-presidente argentino que pidió como ultima voluntad descansar en Inglaterra tal vez como parte de pago de las deudas que el mismo había generado. Nunca me gusto esa construcción. No solo porque ese prócer (¿prócer?) me parecía lo peor de la historia local, si no por el ambiente que se genera alrededor de su tumba. Es una de las plazas mas sucias de Capital –lo cual es mucho decir-, la construcción es fea, muy vistosa pero fea. No es raro que diariamente, decenas de gente de bajos recursos utilicen el Mausoleo como refugio y por las noches encuentren en el un pequeño lugar para dormir. Es una constante en todos los lugares de la Argentina encontrar mendigos, pero me parece que encontrarlos en esa plaza, a los pies del monumento del hombre que soñó ese país, es una ironía bastante argentina.
Esta vez era distinto. Caminaba mirando la Plaza, el Mausoleo y algo era distinto. Me di cuenta que no había gente viviendo alrededor de la construcción como otras veces y que la higiene del lugar era algo mas respetable. Hubiese festejado, pero recordé que también los cirujas y cartoneros que durante las noches se juntaban a los costados de la Estación Constitución también habían desaparecido. Soy ingenuo, pero no creo que esa gente se haya ido por "propia voluntad" o porque pudieron acceder a un lugar mas salubre. ¿Donde estaban entonces? No tengo dudas que fueron sacados por la fuerza, probablemente hacia el Conurbano, porque tengo la seguridad que la Ciudad no les ha brindado mejores posibilidades ni trabajo. Porque la ley no es volver a la ciudad mejor, si no mas estética y para eso hay que tapar o correr lo que molesta, lo feo. Eso es parte del progreso actual. Claro que la gente que habla del progreso y lo quiere llevar adelante pone el grito en el cielo cuando los llaman progresistas y a la hora de actuar, prefieren vestirse de liberales solo para tapar la piel conservadora.

Sin duda, Rivadavia descansa in pace en el lugar que él menos hubiese deseado. Pero Don Bernardino tendrá, al menos por un tiempo, el consuelo de saber que sus "ideales" siguen vigentes en manos de la persona menos capacitada tal vez, pero que ya sigue sus pasos. Como decia un genial actor ¿seremos un pais tartamudo?

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